Nuestra sociedad, es una sociedad de organizaciones, en la que la empresa constituye el paradigma de todas las restantes. Siendo la nuestra una sociedad de organizaciones, las mismas no podían quedar fuera de los efectos de la globalización.
A decir verdad, los impactos de la globalización no representan una novedad para las organizaciones.
En 1850-1940 se observó como la calidad de las diversas rutas o vías de comunicación afectaron el diseño de las organizaciones cuando surgió la necesidad de adaptarse a mercados más amplios, motivado por la unión de mercados locales, regionales e internacionales. En ese entonces, el crecimiento del mercado, unido al desarrollo tecnológico, desencadenó transformaciones estructurales que tendieron a organizaciones más grandes y burocráticas.
La globalización de estos tiempos se diferencia de aquella fundamentalmente en la velocidad de los procesos de cambio y la amplitud del alcance de los acontecimientos. Hoy en día prácticamente todo el mundo está en contacto.
En estos tiempos predomina la incertidumbre proveniente de una vertiginosa y compleja interacción de fuerzas competitivas y los demás sistemas que interactúan con la empresa.
Eduardo Bueno Campo (1996) menciona lo que él considera los nuevos retos que la dirección estratégica deberá asumir frente al fenómeno de la globalización. Estos son:
- Redefinir la misión las unidades de negocios.
- Compatibilizar los objetivos globales con los objetivos locales.
- Analizar las ventajas competitivas de la producción global.
- Estudiar las posibilidades de una financiación internacional.
- Desarrollar un marketing global.
- Analizar la ventaja competitiva de una gestión de I&D globalizada.
- Negociar con los agentes frontera en el mercado global.
- Diseñar una estructura organizativa compatible con los planteamientos globales y locales.
Si bien este listado de nuevos desafíos es bastante completo y abarca casi todas las actividades de las empresas, se podría completar agregando un noveno desafío que día a día cobra más relevancia en el mundo de los negocios: la asunción por parte de los administradores de estas organizaciones de una responsabilidad que no sea meramente económica-financiera, sino que colabore a minimizar los impactos negativos que la globalización ha traído consigo para algunos sectores y/o aspectos sociales.
Algunos de estos impactos negativos de la globalización son:
- El creciente desequilibrio económico mundial
- La degradación del medio ambiente
- Incremento de los niveles de pobreza y desempleo
- Flexibilización y precarización del trabajo
- Sobreexplotación laboral
- Los procesos de exportación de riesgos desde los países de mayor desarrollo al resto del mundo.
Los líderes del mundo empresarial (los administradores), son hoy la figura de nuestros tiempos. Se han convertido en ejemplo de las cualidades a poseer y de los resultados a obtener. Pero junto con estas virtudes, vienen asociadas ciertas responsabilidades: la responsabilidad de saber utilizar con cautela semejantes atributos.
Un antecedente clave en la persecución de la mejora social a través del compromiso del sector privado, se evidenció con la declaración del Pacto Global de las Naciones Unidas. Este Pacto Global, lanzado en 1999 y puesto en marcha oficialmente en julio del 2000, es una iniciativa de compromiso ético destinada a que las empresas privadas de todos los países acojan como una parte integral de su estrategia y de sus operaciones, “Principios” de conducta y acción en materia de Derechos Humanos, Normas Laborales, Medio Ambiente y Lucha contra la Corrupción. Por tanto, su fin es promover la creación de una comunidad corporativa global, que permita la conciliación de los intereses y procesos de la actividad empresarial, con los valores y demandas de la sociedad civil y la sociedad en general, así como con los proyectos de la ONU, Organizaciones Internacionales sectoriales, sindicatos y ONGs.