10/09/2015

Origen, evolución y estado actual de la administración

Para definir a la administración como una actividad humana, tendríamos que remontarnos en la historia, y encontrar su origen desde el momento en que el ser humano se da cuenta que tiene que unir sus esfuerzos y cooperar con otras personas para alcanzar objetivos que de manera individual no podría lograr, logros que permitieron al ser humano obtener los satisfactores que requería para sobrevivir y reproducirse en lo individual y social. El surgimiento de esta disciplina es un acontecimiento de primera importancia en la historia social ya que la administración aparece desde que el ser humano comienza a trabajar en sociedad.

Sin embargo el origen y desarrollo del pensamiento administrativo es reciente, puesto que se reconoce que surge con la revolución industrial de finales del siglo XVIII y que se extiende prácticamente a lo largo del siglo XIX. No obstante, la administración nace en su forma actual a finales de ese siglo, en el marco de la segunda revolución industrial, como una técnica social destinada fundamentalmente a preservar los intereses de la clase capitalista y a ejercer un control disciplinario sobre la fuerza de trabajo. 

En toda su larga historia y hasta inicios del siglo XX, la administración se desarrolló con una lentitud impresionante. Sólo a partir de este siglo atravesó etapas de desarrollo de notable pujanza e innovación.

A comienzos del siglo XX dos ingenieros desarrollaron los trabajos pioneros sobre administración. Un estadounidense Frederick Winslow Taylor quien desarrolla la escuela de administración científica, escuela que se preocupa por aumentar la eficiencia de la industria, y de la racionalización del trabajo del obrero. El otro es el europeo Henri Fayol quien desarrolla la llamada teoría clásica, la cual se ocupa del aumento de la eficiencia de la empresa a través de su organización y de la aplicación de principios científicos generales de la administración. Estos dos personajes no se comunicaron entre sí y partieron de puntos de vista diferentes y aún opuestos, lo cierto es que sus ideas construyen las bases del llamado enfoque clásico o tradicional de la administración, dominando casi las cuatro primeras décadas de dicho siglo. 

En estos tiempos, el tema de la administración ha adquirido una creciente y especial importancia entre los distintos sectores de la sociedad: empresarios, trabajadores, profesionistas y educadores. Es frecuente, y más aún en periodos de crisis y disminución de los recursos disponibles, que se escuchen en seminarios y conferencias diferentes planteamientos en torno a la necesidad que tienen empresarios y administradores de mejorar la calidad de los productos, así como de generar la eficiencia de las empresas que les permita ser más competitivas en los mercados globales. 

Hoy día, la administración se preocupa no sólo por eficientar los recursos de las organizaciones, sino también, por desarrollar modelos teóricos que permitan encontrar las mejores estrategias de negocio adecuadas a las realidades locales y globales que en mucho definen la situación contemporánea de la economía mundial. 

Los cambios que se presentan en el contexto mundial han producido nuevas tendencias en el campo de la administración que han provocado una reconstrucción de los paradigmas tradicionales de la gestión organizacional. La velocidad del cambio seguirá incrementándose, convirtiéndose éste en la única constante, esto implica que las organizaciones vivan en un mundo turbulento e incierto, en el que constantemente entran en escena nuevos actores, modificándose así las condiciones competitivas. En otras palabras, tanto los administradores actuales como los del futuro deberán tener en cuenta no sólo la previsión, la continuidad y la estabilidad, sino también, la imprevisión, la discontinuidad y la inestabilidad en todos los sectores de la actividad organizacional. 

 Los administradores del futuro tendrán que ser agentes del desarrollo de las organizaciones a las que se integren, deberán ser líderes creativos e innovadores con una clara conciencia de su responsabilidad social, con disciplina en el trabajo y con una formación académica de alto nivel.

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